Aquí, una imagen del tiempo. Del ayer, del mañana. Pero sobre todo del
ahora, donde ayer y mañana se encuentran. El cuerpo el es vehículo con
el que hacemos el viaje, una máquina tejida de células vivas,
enhebradada de emociones. Somos permeables al entorno y a la vez,
vivimos separados de él, encerrados en esa piel que interpreta el mundo
que nos rodea. Nuestro cuerpo cambia, imperceptible, con el paso del
tiempo. Y nuestro cuerpo cuenta, si le dejamos hablar, una historia, la
de nuestra vida. Feliz día, seres vivos.
miércoles, 21 de diciembre de 2011
lunes, 19 de diciembre de 2011
La uva número doce
No odio la Navidad.
De veras.
Pero todo lo que no es celebración de la luz, no me toca.
Ni me emociona, ni me ilusiona, ni me siento obligada a corresponder por cortesía. No voy a ser cansina, ni desear hermosas cosas a mis seres queridos más que una vez. Una. Y basta.
Un momento es el momento en el que amanece el sol en el solsticio de invierno.
Sólo un instante.
No hace falta más.
Llenaré mi casa de brillo, unos días antes de ese momento; tal vez tres días sean suficientes. Y pensaré en vuestros hogares y los desearé llenos de luz los 365 días del año.
Os juro que tendré un momento para la ternura, que me emocionaré como una niña ante cualquier regalo. Y soñaré regalos para vosotros, esos que anhelais en el fondo de vuestro corazón.
Mantendré la luz de las velas encendidas hasta que las fiestas se marchen ligeras por el desierto,
como manda la tradición, sin el oro, ni el incienso, ni la mirra
(ya la habrán desperdigado en las almas de las gentes sencillas, y flotará en el aire de vuestras vidas)
Y os desearé como no, un feliz año a todos con la uva número doce, atragantándome con ella de la emoción de llevaros a todos en mi corazón.
Y todo lo demás, no me toca, de verdad, no me toca...
martes, 13 de diciembre de 2011
Te quiero así
Te quiero así,
de una forma que es como sumergirse en un
océano de emociones,
inmersa en el elemento cambiante de los
sentimientos,
flotando en ellos o hundiéndome las más de las veces.
Porque no se puede nadar y guardar la ropa,
es por eso que te quiero
así,
sin nada que me proteja,
con el culo al aire todo el día,
a merced
de los elementos,
tus miradas o tus caprichos.
Te quiero sin vergüenza,
descubriéndome toda,
por fin vestida con sólo mi afecto,
protegida con
mis buenas intenciones.
Sabiéndome hermosa al menos a mis ojos,
a falta
de culpabilidad o remordimientos,
a salvo de pecados originales y
copiados.
Inocente en mi falta total de escrúpulos a la hora de
mostrarme así,
desnuda,
inmersa en mi delirio.
Te quiero así,
qué le voy
a hacer.
jueves, 8 de diciembre de 2011
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