jueves, 29 de octubre de 2009

Octubre


No reniego de ningún Octubre.
Mes balcón de sensaciones.
Lujuria madura de los sentidos.
Descanso del estío, la naturaleza se prepara para irse de vacaciones, morir.
Y se dejan caer, las hojas sobre los caminos, el sol sobre el horizonte en el cielo original.
Ángeles aspirantes a pintores reales, pintan de uno en uno cada día un cielo, y los corazones de los hombres que aún miran al cielo juzgan con alabanzas silenciosas el trabajo de los ángeles.
El más admirado poseerá el privilegio de pintar el rostro de Dios, la inmensidad de la creación, en el lienzo puro de la mente de un recién nacido.
Hay más razones para vivir en octubre.

miércoles, 28 de octubre de 2009

Anatomía de un encuentro


Desnudos en la cama te miro. Sin ropa, abrigados de sonrisas, despeinados de una lucha en la que el golpe más bueno es el golpe más suave, te miro y me pregunto porqué esperé tanto. La espera mereció la pena porque dibujó el deseo. Y ese deseo te trajo aquí.

Sólo un verso


El Universo es sólo un verso. El infinito es poesía. Los poemas tienen también un principio y un fin. Tal vez por eso me gustan los puntos suspensivos que dejan el espíritu en el aire, como un eco que no se apaga, sino que va transformándose en silencio, eterno, embriagador…

lunes, 26 de octubre de 2009

Corto y cambio



Hola todos:

He estado viendo unos cortos de la ECAM en la Seminci. Y he podido constatar algo: los relatos alegres, optimistas, irónicos y divertidos triunfan sobre los tristes, lentos y lánguidos. Lo digo por la fuerza de los aplausos.

Y otra cosa: hay mujeres en le cine. Y muchas. Eso me alegra, porque cambiaremos cosas y rápido.

domingo, 25 de octubre de 2009

mejor no lo digo

Es difícil decir lo que quiero decir
es penoso negar lo que quiero negar
mejor no lo digo
mejor no lo niego

De "El pusilánime", El olvido está lleno de memoria, Mario Benedetti, 1995

Seis por cincuenta: trescientas…que no trescientos.


Escribir en múltiplos de 50 es un capricho como cualquier otro... aquí va, para abrir boca, este relato... Guárdalo en algún lugar…

Era un club exclusivo. Todos lo eran. Sin embargo ella se dejó engatusar por aquel guapo portero. Salía a beber botellines con él a la puerta trasera del local, mientras se iba enamorando de sus románticas ocurrencias. Él estaba casado, y ella era una niña pija en un club selecto…

¿Puedo decirte una cosa?", "Claro…, dime…" "Yo no sé si esto que hacemos está bien, o si le importa a alguien, pero creo que si te pillan conmigo te echarán de aquí." El portero se miró los pies. "No quiero perjudicarte…" Ella se inclinó y le mordió la oreja suavemente…

Él sintió que un escalofrío le recorría la espalda. La abrazó con fuerza, mientras buscaba con ansia su boca golosa, la misma con la que besaba lánguidamente la boca de cristal de las botellas de cerveza. La mordió sin querer, pero ella no se apartó. Su sangre sabía amargamente dulce.

Hicieron el amor a escondidas, feroz y tiernamente, furtivos y cómplices, eufóricos y, a la vez, terriblemente tímidos. "Entonces era cierto" pensó él, "Había deseo escondido tras sus miradas inocentes". "Era cierto" pensó ella, "Había deseo detrás de sus palabras tristemente alegres." Se miraron largamente, y al instante, lo supieron.

Sólo sería esa vez. Ese instante debería de contar para abrigar todas las noches de invierno, para refrescar todos los veranos asfixiantes, para alegrar todas las esperas tristes. Él guardó el recuerdo en algún sitio entre el vientre y el pecho. Ella lo escondió en algún lugar cerca del corazón.

Se separaron. Colocaron sus poses y vestidos. Ella miró hacia el fondo del club. Él vio la huella de un mordisco en sus labios y quiso besarla otra vez. Se miró los pies. Levantó la vista lo justo para verla marchar, y ella se volvió para sonreirle, una última vez.