jueves, 3 de marzo de 2011
Historia de un cuadro (de Kris Lewis)
Le vi ponerse la flor en el pelo.
Al instante dos pequeños colibries empezaron a revolotear alrededor, atraídos por el dulzón aroma. Me fascinó su mirada triste y fría, su fuerte mandíbula, su cuello delgado y sus manos.
Sus manos dicen cosas: quédate ahí, no avances, mi corazón duele, no lo hieras más. El anillo que lleva es un misterio de runas y magia. Y ambas manos están marcadas con arañazos. Me atacó un gato, dijo. Está bien, puedo entenderlo. Herir sin querer a veces forma parte del juego.
Pero quédate ahí, no avances.
Los pájaros seguían volando alrededor, acercándose, atraídos por el dulzón aroma de aquella mujer, suspendidos elegantemente en el aire.
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