Desnudos en la cama te miro. Sin ropa, abrigados de sonrisas, despeinados de una lucha en la que el golpe más bueno es el golpe más suave, te miro y me pregunto porqué esperé tanto. La espera mereció la pena porque dibujó el deseo. Y ese deseo te trajo aquí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario